"ARTZINIEGA MUSEOA". Museo Etnográfico de Artziniega.
El Museo Etnográfico de Artziniega acoge una magnífica exposición que recrea en sus más de 3.700 metros cuadrados los modos de vida, rural y urbano, de los habitantes de Artziniega y del valle de Ayala. Se ubica en edificio histórico rehabilitado en la calle Arteko Aldapa.
PLANTA BAJA
1.-Auditorio / cine
Aquí iniciarás el contacto con el Museo, Artziniega y su entorno, así como acudir a los diversos actos culturales que periódicamente organiza la Asociación Etnográfica Artea.
2.- El Vestido.
Lana y Lino.
La enamorada siembra el lino en un mes de marzo para recoger un tallo hilachudo. Tras un proceso de golpes y peinados, el hilo de lino pasa al telar donde se tejen y entretejen las esperanzas de una dote: sábanas y pañuelos.
La oveja pasa por la peluquería todas las primaveras y nos da su pelo. Con el huso y rueca va estirándose un hilo por los días y noches hasta formar un ovillo, como una crisálida. Las diestras manos de mujer han vencido al duro invierno y han adornado el domingo con una camisa blanca.
La Modista.
La modistilla viene del pueblo haciéndose paso a la vida. Una falda estampada, un pantalón con dobladillo, una blusa de cuello abierto, un vestido azul con un juego de zapatos blancos.
Para el Corpus o la fiesta de san Mateo en que te mirarán otros ojos. Y la modista que viste los sueños, recibe unos reales para vestir las estrecheces de la vida mientras un novio viene a rescatarla.
El Zapatero.
Zapatero remendón luciendo tu arte de restaurador, curando la herida de la pobreza en el cuero de unos zapatos; calzando la vida para ir tirando por los caminos y las plazas de los bailes. El pequeño taller de un zapatero con el yunque, leznas y martillo sosteniendo nuestros pasos.
El Abarquero.
Las abarcas son el sello que se deja en los caminos. Primero fue el cuero; unos simples cortes permiten el paso del cordón que se abraza como hiedra por las calzas. Las abarcas para sufrir con el campo en lucha contra los matorrales; pero con ellas los mozos y mozas van escribiendo la alegre melodía de una fiesta.
El Alpargatero.
En el banco, sentado el alpargatero, va girando el cáñamo y cosiéndolo a la tela negra. En realidad las alpargatas son alas frágiles y suaves para un aurresku. Así el trabajo se transforma en música y las parejas sienten profundamente la magia de la existencia sobre los adoquines de la plaza.
3.- La Bebida.
La Miel. La abeja, no por laboriosa, sino por apasionada de la flor que grita sus colores hace su viaje interminable con su pequeño polen regalado. Y en la cálida geometría de una colmena el apicultor con artimañas de humo recoge la miel: para curar un resfriado, para acallar al niño que llora su futuro, para gustar aquel postre que tú, mujer amada, haces tan rico. Entre susurros de la noche una vela de cera alimenta una llama.
El Lagar.
Caen las uvas en el viejo lagar y se rompen fundiendo sus sangres, de sol, agua y tierra. Se escapa un mosto hacia el silencio hasta madurar en vino. Saldrá para sellar en cada txikito una amistad. Viejo compañero de la fiesta que nos incita a transformar en libertad la insípida agua de la ley y la rutina. También la manzana baja del mirador de su rama donde ha ido componiendo su carne dulce, se deja romper el corazón y darlo todo. Y nace un mosto suave, fresco, dorado, para fundir a todos, varones y mujeres, grandes y pequeños en una donación.
4.- El Hogar.
El Queso. El buen queso nacido de la mala leche, cuajada y exprimida hasta tener su propio cuerpo. De oveja, de vaca. La naturaleza se multiplica en su donación y el artesano prolonga los saborespara que nadie se desanime de seguir viviendo; y en la casa más pobre la oveja madre ha permitido gozar de un alimento a su pastor hijo.
El Pan.
Harina cernida, levadura, sal y agua inventan el mayor milagro de nuestras existencia: un pan que ha pasado por el viejo horno absorbiendo el calor y el silencio para hacerse ofrenda. Santificado por una cruz se identifica con el alimento diario. Mañana será otro día, otro pan y un mismo amor de quien lo amasa.
La Cocina.
Es el corazón de la familia: la luz, el calor y el alimento. Allí, sentada, la abuela que desgrana alubias y el nieto que alcanza victorioso su rodilla, la mujer que ordena los sentimientos de todos, el hombre que pone una dosis necesaria de silencio, los hijos que pelean, entrenándose para el largo duelo con la vida, las oraciones al caer de la tarde. Unos chorizos y un lomo cuelgan madurando un gusto. En la cocina se encuentran las leyendas y los destinos y se impregnan del amor a la tierra.
La Matanza.
No le corresponde el nombre; es una artimaña para hacer un sacrificio. Inútilmente se queja de su fin. El fuego purifica su piel. Embutido o protegido en manteca mantiene la dura existencia en la dificultad del invierno contribuyendo para que el ciclo siga.
5.- El Trabajo.
El Carpintero.
La semilla busca ansiosa el sol y lo bebe a través de sus hojas. En esta simbiosis el árbol se ofrece en madera con sus vetas huellas de una vida. El carpintero con el beso de sus manos la trabaja en mueble o estructura; en algunas ocasiones, pasa a manos del artista para crear una asombrosa artesanía, casi resucitada.
El Herrero.
El hierro es corazón de estrellas; por esto que se ilumina con el fuego. Entonces la mano recia y diestra del herrero, aprovechando este momento de luz o de ternura, lo moldea en el yunque para que sea veleta de campanario o reja de ventana.
El Herrador.
Potro de herrar, ingenio que somete a la bestia. Escultura en madera noble, testigo mudo de bravuras contenidas. El herrador sujeta firmemente al animal asustado para recortar cascos y pezuñas y calzarle nuevas herraduras. El buey, perdido suelo firme, cocea sin fuerza al aire mientras le liman los cuernos arreglándole para la feria. También quirófano improvisado donde el enfermo o accidentado, sin oponer demasiada resistencia, es aliviado por el veterinario.
Cantero, Albañil.
Golpe tras golpe con cincel y puntero, con precisión la piedra bruta y pesada pasa a ser alada en el dintel de una ventana. “¿Qué haces?» le preguntan al maestro. El no desbasta una piedra; hace un pueblo llevándolo a la altura. Y la dura piedra obedece fielmente la idea de un cantero.
6.- El Acarreo.
El carretero.
Ir sin prisa y volver al ritmo del cansancio, el hombre, los bueyes y el carro o en ocasiones el burro. Cargando el grano, la madera, la hierba, llevando la basura… Y con el canto de un tordo y el quejido de las ruedas se mezcla el grito del guía que invita a sus animales a mantener un paso, sostener un peso y avanzar dejando atrás la tarde.
El Cestero.
Las ramas verdes de castaño y avellano sumergidas en el agua hasta que sean dóciles. Una vez abiertas nacen las minzas. En el banco el cestero las desbasta. Tejidas hábilmente van surgiendo unas cestas para las mil necesidades. Y el cestero no deja de ser un poeta de las cosas.
7.- La Cosecha.
La Cosecha. Por la tarde miran el cielo con inquietud: “Dios quiera que esta noche no “aiga” tormenta”. Y por la mañana temprano, con el sol que dora la espiga, toda la casa acude a la faena de segar, amarrar en gavillas, acarrear a la era… En muchas ocasiones tarea común: primero lo vuestro, luego lo nuestro… hasta que la harina sale del molino y la hierba seca espera en el pajar al invierno.
El Agricultor. Es el primero que hizo cultivo-cultura labrando la tierra entregada como una esposa. La alubia, el trigo enterrados en el surco dan paso a lo múltiple, al día de mañana. Guía de bueyes y de arados, fecundas la arcillosa tierra para llevar a la mesa el pan blanco y terminar haciéndote tú mismo semilla y siembra. Los Aperos.
La tierra dio el fruto de una mujer cortejada. La tierra acariciada por los arados, peinada por la trapa, la tragacilla, la grada, germinada de trigo, alubia, borona, pimiento, patata, cebolla, grávida de cuidados, ha sido generosa. La llamaron Ama Lur. También podemos decir Tierra, esposa del hombre y de su arado
El Establo, el Cortijo, el Gallinero. En la casa del amo, formando una gran familia, calentándose en los inviernos, mezclando sus deshechos, compartiendo los restos de la cena están las gallinas y los pollitos criándose bajo el escaño de la abuela, los gatos merodeando por los camarotes, el cerdo creciendo cada día y dando lechones, las vacas y los bueyes, el nido de golondrinas en el alero, agazapada la comadreja en la sombra, los gorriones buscan en el portal y los niños juegan con el perro. ¿Cuántos son en total una familia? ¿Quién vive de quién?
La música y los juguetes. Una vez contemplado el magnífico mural, esta sala nos muestra su contenido en tres apartados. En primer lugar el recuerdo de la Banda Municipal de Música local, el segundo de Tradiciones festivas populares (Olentzero, pasacalles, carnestolendas, el rosco de Pascua) y la tercera una modesta exposición de juguetes.
La Botica y la Rebotica. Qué magia hay en una hoja de llantén o la estirada plantita tres en rama? El boticario va mezclando polvos y midiendo líquidos. Flechas más o menos certeras contra un cólico. Anda entre científico o mago, pero es la experiencia lo que le acompaña. Entre baldas con pipetas acristaladas se esconden siempre olores y colores de otros mundos. Tras su bata blanca intenta alargar la vida que no deja de ser un suspiro. Tienda / Taberna.
Saca un cuartillo… mientras viene Cora o Lupi y se organiza la partida de brisca o de mus en que se puede darun órdago a la vida preparando el que ella nos de a todos. Sale el vino para celebrar el trabajo de cada día, el encuentro de todos los días. La taberna o la tasca de las tardes, deja espacio a la tienda con su jabón, alpargatas, pasta de fideo, agujas, o “caldo” para fumar. Y es el momento en que las vecinas se apoderan del local para recibir o informar de un último acontecimiento.
La Barbería.
El barbero no deja de ser una autoridad que pone su orden en la vida ciudadana. Hubo tres escuelas: la de la vida, por la que pasan todos, aunque algunos no aprendieron. La del maestro, donde se han ido tejiendo letras con flores de sonidos hasta componer frases y utopías. También los números donde se sumaban muchos trabajos y se restaban utilidades que daba un resto para seguir viviendo. De la escuela de la sabiduría fueron ilustres maestros bastantes artesanos, muchos labriegos e inmensidad de mujeres que guardaron y transmitieron las cuatro reglas necesarias para una vida sobria y feliz.
Salón de plenos y Despachos. Con sus libros, decretos voceados a golpe de tamboril, legajos, normas, documentos, recibos nos hace la radiografía de nuestra historia. El árbol nos trae la nostalgia donde sesionaban la Juntas para decidir que ovejas, plantas, personas, caminos y mojones tenían que cohabitar y hacerse respetar mutuamente. Está escrita en la cuevas y en los dólmenes, en los escudos, en las campanas, en las capillas, en las imágenes. En las herramientas, en las cruces del cementerio, en los legajos del ayuntamiento, en los libros, en las fotos perdidas. En las neuronas de los viejos, en los dientes de los niños, en los viejos árboles que pasan la semilla a los nuevos. Somos nosotros en el final del camino abriendo derroteros.
Religiosidad Popular. El niño nace con el santo del día y muere asido al vuelo de una oración. La cofradía se organiza para que todo el mundo tenga derecho de algo. Las procesiones y rogativas caminan hacia un misterio. La fe aúna las fuerzas y levanta piedras creando el templo y la ermita: la contemplación y la comunión. En la romería se enlazan la familias. Una cruz consagra el pan blanco de la mesa y una plantita recogida la noche de San Juan.
El Frontón, La Sokatira, Segalaris, Fútbol… Este pueblo sin el trabajo no es nada. Había que hacer de lo rutinario una competición para ir más lejos en el corte de la hierba, en el levantamiento de la piedra, en el lanzamiento de algo. El trabajo se supera a sí mismo hasta convertirse en fiesta. El fútbol que vino de Bilbao permitió a estos mozos quitarse los pantalones para correr. Nos queda el frontón, la bolera… y una soga tensada por los más corpulentos. Es nacimiento, refugio y muerte. Los abuelos amarran la historia y alimentan sueños con sus caricias. La madre calma y doblega la brusquedad del artesano. Y en el corazón geográfico el calor de la cocina reúne y cohesiona. Todos los caminos terminan en la casa, aunque algún hijo nunca vuelva.
Adultos: 4 €. Niños (6 – 12 años): 2 €. Jubilados, estudiantes y profesores (Con carnet): 3 €.
Grupos (+ 15 personas): 3 €. Grupos escolares: ESO: 2´50 €. Educación primaria: 1´50 €. Todas las visitas son guiadas o acompañadas. Las visitas dura en torno a una hora.
Martes a sábado: 11:00-14:00 / 16:30-19:30 h.
Domingos y festivos: 11:00-14:00 h.
Si quiere publicar o difundir su negocio, institución o eventos relacionados con la cultura, ocio o entretenimiento en general, por favor contacte con nosotros:
Dónde aparcar:
El recinto cuenta con un Parking.
8.- La Agricultura.
9.- La Cuadra.
PRIMERA PLANTA
10.- La Cultura.
11.- El Pueblo.
Y va repasando las cabezas intentando, de paso, sacar opiniones para armar una tertulia. Cuando afila la navaja en el cuero y la pasea por las barbas, retorna el cliente a su humilde condición humana. Saldrá ufano con el nuevo estilo y un ligero olor a colonia.Queda el pelo en un extraña silla giratoria, como la vida.12.- La Escuela.
13.- El Ayuntamiento y Los Concejos.
14.- La Historia.
15.- La Religiosidad.
16.- El Deporte.
17.- La Casa.
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HORARIO
Contacto e información
difusion@euskalocio.eus
Cómo llegar:
Arteko Aldapa, 12, 01474 Artziniega, Araba.