(Bizkaia). Euskal Museoa Bilbao Museo Vasco.

 

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PLANTA BAJA.

 
 
Escultura zoomorfa

 

Esta escultura zoomorfa de bulto redondo, conocida como el “Idolo de Mikeldi” o simplemente como “El Mikeldi”, es sin duda la pieza más conocida de las que custodia el Museo.

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Se encontró junto a la desaparecida ermita de Mikeldi en Iurreta (Bizkaia). Está realizada en un único bloque de arenisca procedente de los alrededores de Durango. Representa de forma esquemática a un animal, un verraco, entre cuyas patas y bajo el vientre aprisiona un disco. En el dorso y en su flanco derecho presenta una serie de horadaciones, “cazoletas”, frecuentes en este tipo de esculturas y a las que se ha atribuido un carácter mágico-religioso.

La escultura debió quedar sepultada, al menos parcialmente, hasta que fue desenterrada y colocada en posición vertical en 1864, a instancias de los Srs. Delmas y A. Trueba. Al parecer, nuevamente quedó parcialmente cubierta ya que en 1896 fue nuevamente desenterrada y colocada junto a la ermita de San Vicente de Mikeldi, lugar que ocupó hasta su traslado al Museo en el año 1920.

Datado en la II Edad del Hierro se relaciona con las esculturas zoomorfas de toros y verracos de la Meseta. En esta área, que comprende las actuales provincias de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Cáceres, Toledo, Orense, Pontevedra y las regiones portuguesas de Tras-os-Montes y Beira Alta, se localizan más de 300 ejemplares; dándose la mayor concentración en las provincias de Ávila y Salamanca. Fuera de este área se conocen el ídolo de Mikeldi y otro ejemplar en Tortosa (Tarragona). El Mikeldi se diferencia de ellas por la presencia del disco entre sus patas.

La inmensa mayoría de estas esculturas zoomorfas son de bulto redondo, labradas en granito, en las que se representa al animal (toros y cerdos fundamentalmente) de cuerpo entero, siempre en pie y sobre un pedestal. Generalmente presentan gran simplicidad de formas, si bien en bastantes de ellas se representan las características anatómicas.

Sobre el significado y función, así como sobre la cronología de estas curiosas esculturas, se han dado desde antiguo, diversas interpretaciones. Así, se ha apuntado que podían ser indicadores de límites, hitos camineros, tener una función apotropáica, un carácter mágico, como protectoras del ganado y aseguradoras de la reproducción, señalizadores de pastos o tratarse de monumentos funerarios. Estas tres últimas interpretaciones, las que les atribuyen un una función apotropáica, de señalización de pastos y un carácter funerario, parecen las más probables a la luz de los últimos estudios (ALVAREZ-SANCHIS, Jesús R.- Los Vetones. Madrid, 1999.)

Objeto de múltiples estudios, distintos autores han distinguido tipos diversos entre ellas en función de las características formales, tratamiento plástico y dimensiones (desde 20 cm. a más de 2 m.) y han tratado de establecer una cronología para las mismas. Así parece que los ejemplares más grandes y con un tratamiento más naturalista son los más antiguos, fechándose entre los siglos IV y II a.C., mientras que los que presentan formas más geométricas, mayor esquematismo y menores dimensiones se fechan entre mediados o finales del siglo II a.C. y el siglo I a.C., conservando similares características hasta fechas más avanzadas.

 

Reproducción del Crucero de Kurutziaga

El original de este crucero, realizado en piedra arenisca, se encuentra enclavado en la plaza Kurutziaga de la localidad de Durango, fue declarado monumento histórico artístico el 5 de febrero de 1954. No se tiene noticia concreta de la fecha en que fue erigido este monumento, se sabe que cuando en 1457 el rey Enrique IV entra en Durango el crucero ya existía. Detalles estilísticos e iconográficos llevan a situar esta obra en el S.XV.

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Se cree que Kurutziaga está relacionada con un acontecimiento histórico de relevancia: la llamada «Herejía de Durango», iniciada por Fray Alonso de Mella y reprimida por la Inquisición en 1444. El crucero, muy posiblemente, es un monumento expiatorio que conmemora la represión de la herejía y en el que el programa iconográfico representa el pecado y la redención.

 

Coche de Caballos «Victoria»

Cronología. Segunda mitad del siglo XIX
Procedencia: Fundición Santa Ana de Bolueta, Bilbao, empresa fundada en 1841.
Coche de caballos que, por sus características técnicas, responde a la tipología de los vehículos denominados “Victoria”.

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Se utilizaba con un tiro de un único caballo, denominado “a la limonera”, presentando sistema de freno de manivela. Le faltan los faroles que facilitaban su circulación nocturna, conservando el astil para su colocación en el lateral derecho del pescante.

 

PRIMERA PLANTA.

 

Cultura Pastoril

El pastoreo es uno de los modos de vida más tradicionales del País Vasco y en su desarrollo han influido las condiciones naturales de nuestro medio geográfico. A pesar de ello, la necesidad de pastos durante todo el año obligó a los pastores a trashumar de manera estacional con sus rebaños, en un área que, en origen, tenía sus límites naturales en el Ebro y el Garona, y que, en la actualidad, se ha visto sustancialmente reducida.

 

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Estos movimientos trashumantes, así como el disfrute y aprovechamiento de pastos o la creación de nuevos seles por poner algunos ejemplos, han sido tradicionalmente regulados por asociaciones pastoriles. Estas asociaciones, con áreas de jurisdicción perfectamente delimitadas y bajo las leyes de la costumbre, han pasado a regirse por normativas escritas y para la mayoría de los casos, a partir del siglo XII.

La vida del pastor durante el verano se desarrolla en espacios destinados al albergue personal y de sus ganados. Estos espacios, integrados por una serie de construcciones (txabola, corrales, rediles…), de tipología variable según las diferentes zonas geo- gráficas son las majadas. La actividad del pastor es dura ya que al cuidado diario del rebaño se le añaden tareas como la elaboración del queso y en determinadas épocas del año, el esquileo y la vigilancia y control de la cubrición y parto de sus ovejas.

El desarrollo de la sociedad actual, al que el pastor no ha permanecido ajeno, ha suavizado un tanto el rigor de sus condiciones de vida, pero en épocas no muy lejanas, su aislamiento le obligó a desarrollar un régimen de autosuficiencia para proveer todas sus necesidades. Así, con la lana de sus ovejas, se dedicó al hilado y confección de sus prendas de uso, y con la madera, hueso y cuerno se entregó a la fabricación de sus útiles e instrumentos.

Sobre éstos útiles e instrumentos desarrolló una labor artística que no era sino el reflejo de un mundo en su mayor parte de simbologías y creencias. Un mundo con un evidente sustrato prehistórico, sobre el que el cristianismo actuó asimilando y transformando parte de los elementos precedentes e incorporando los suyos propios. Se configuró así un sistema de creencias, tradicional en todo el País, que se ha conservado con un mayor grado de pureza en el mundo pastoril.

La música, la práctica de variados juegos y deportes, el perro (como compañero y colaborador del pastor), y la presencia de otros animales, domésticos y dañinos, son otros tantos elementos que integran el mundo pastoril, y cuya mención no podemos olvidar en una exposición que no pretende sino una pequeña ilustración de un modo de vida, con tradición de siglos, que aún hoy ocupa un lugar preeminente en nuestro mundo.

 
El Mar de los Vascos.

El marisqueo y la pesca son parte de las estrategias características de la economía depredadora. Sin embargo, los hombres prehistóricos desarrollaron desde el origen de la Humanidad (hace 2 millones de años aprox.) hasta el final del Magdaleniense (+10.000 a.C.) de manera significativamente exclusiva la caza y la recolección de frutos y vegetales.

 
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Sólo a partir de esta fecha comenzaron a explotar los recursos marinos, primero recogiendo los mariscos que habitan las rocas costeras y luego practicando tímidamente la pesca.

A partir del 5.000 a.C. aprox., en el Epipaleolítico, el marisqueo empieza a ser sustituido por la pesca, sobre todo del salmón y las especies costeras. Pero ambas prácticas tienden a desaparecer a partir del Neolítico (+ 4.000 a.C.), cuando se introduce la economía productora. Con la Romanización la práctica de la pesca se extiende, a lo que ayuda la técnica de la salazón de pescado.

Progresivamente, y con especial incidencia a partir de la fundación de las villas costeras (siglos XII-XIV), se va produciendo una explotación intensiva de los recursos y posibilidades económicas del medio marino. La navegación comercial, la pesca y las industrias generadas en torno a estas actividades, entre las que destaca la fuerza y pujanza de la construcción naval, adquirirán un especial protagonismo dentro de la historia económica y social vasca.

 

SEGUNDA PLANTA.

 

La Cerámica Popular Vasca

La alfarería es, la fabricación a mano y a torno, de vasijas de barro que una vez cocidas adquieren una dureza que permite su utilización como recipientes. La primera muestra de cerámica en el País Vasco aparece en el Eneolítico, en las cuevas de Santimamiñe y Arenaza, y en los enterramientos dolménicos.

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Entre el estudio de la cerámica prehistórica y la cerámica del siglo XVIII existe no hay información suficiente que permita una hacer generalizaciones sobre tipología y perfiles. No obstante, la mayor riqueza de nuestra cerámica popular se dio entre finales del siglo XVI y primera mitad del siglo XIX.

La cerámica expuesta en esta sala pertenece a la producción de los siglos XIX y XX, que termina hacia 1940 debido al cambio producido entonces en la sociedad tradicional vasca y a la introducción de nuevos materiales y recipientes.

Una de las características fundamentales de la Alfarería Vasca ha sido, sin duda, la de su vidriado blanco (plomo, estaño y arena) hasta el punto de que piezas resistentes al fuego que se importaban de Muelas de Pan (Zamora) y Naves del Rey (Valladolid) por carecer en el País Vasco del barro apropiado para su confección, eran bañadas por nuestros alfareros con barniz blanco para su venta.

En Navarra, a excepción de Marañon y Lumbier, se utilizaba, exclusivamente, el barniz encarnado y trasparente.

 

La decoración, que en siglos pasados ha sido muy rica y variable, se centra principalmente en los colores azul, verde y marrón.

También ha contribuido a dar personalidad a nuestra alfarería, el perfil, la forma de algunas piezas. Figuran entre ellas la jarra de txakoli, alargada y estrecha, las jarras guipuzcoanas para leche, la escudilla o tazón de fondo curvo, los cuchareros navarros y, sobre todo, los cántaros entre los cuales destaca por la originalidad de su perfil, el cántaro llamado “Pedarra”, especie de enorme tetera achaparrada y de gran diámetro que se encuentra únicamente en el área de cultura pirenaica, a ambos lados de la frontera.

 
Lozas y Porcelanas Vascas

Presentamos en esta sala una selección de las piezas que el Museo custodia procedentes de las fábricas dedicadas a la producción de objetos utilitarios de loza y porcelana creadas en nuestro territorio entre los siglos XVIII y XX .

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La primera parte está dedicada a la cerámica de esmalte estannífero (tradicionalmente denominada loza común), aquélla que se caracteriza por la aplicación de una cubierta de esmalte blanco a las piezas fabricadas a base de arcillas rojas o más o menos blanquecinas. Los objetos procedentes de las Fábricas de Loza Ordinaria y Fina de la Santa Casa de Misericordia de Bilbao servirán de testimonio de esta producción, usualmente decorada a mano con motivos vegetales y en una corta paleta de colores (verde, azul, marrón, amarillo…)

La loza fina es la protagonista del segundo capítulo. Se trata de una producción caracterizada por el empleo de pastas blancas recubiertas por un esmalte transparente y fácilmente identificable por sus profusas decoraciones a base de estampaciones y calcomanías.

Surgida a mediados del siglo XVIII en la factoría de Wedgwood (Inglaterra) con la finalidad de proporcionar a la emergente burguesía un artículo de aspecto similar a la porcelana pero a un precio menor, se difundió rápidamente por Europa y tuvo su expresión en nuestra tierra en las Fábricas de Busturia, Yanci y Axpe.

La exquisita porcelana, definida por su extrema blancura y traslucidez, originaria de China y fabricada en Europa sólo a partir del siglo XVIII, ocupa la última parte de la muestra. Las Fábrica de Porcelana de Pasages, creada en el siglo XIX, y las manufacturas de Bidasoa, Vidania y Porcelanas del Norte S.A, fundadas en el siglo XX, son el objeto de este apartado que pasa revista a su historia y a los elementos más definitorios de su producción, dando cuenta de la difusión entre todas las capas sociales de un producto originariamente elitista, símbolo distintivo de la realeza y la aristocracia europea.

La muestra ofrece también otras producciones foráneas, seleccionadas bien por presentar decoraciones de temática vasca, bien por haber sido encargadas por instituciones o familias vascas a destacadas manufacturas de su tiempo.

 

Ferrerías

 

La siderurgia ha sido el sector más importante del tejido industrial vasco y una de las claves del poder económico del País.

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Su desarrollo se vio favorecido por la abundancia de recursos naturales disponibles, el primero de los cuales es la riqueza en mineral de hierro, de excelente calidad y fácil extracción y que se halla concentrado en una amplia franja de Euskal Herria (Somorrostro-Triano en Bizkaia, Peñas de Aia-Zerain-Mutiloa- Mondragón en Gipuzkoa, la parte septentrional de Álava y la zona noroeste de Navarra).

Los numerosos ríos y la abundancia de bosques proporcionaban la energía y el carbón vegetal necesarios para el funcionamiento de las ferrerías. Y fueron estos dos factores junto con la situación geográfica, la pujanza de la industria naval y la baja presión fiscal consecuencia del régimen foral, los que favorecieron el crecimiento de la actividad metalúrgica y convirtieron el hierro vasco en el principal objeto de comercio con los mercados europeos y coloniales.

Ya desde mediados del primer milenio antes de Cristo la metalurgia del hierro era conocida en Euskal Herria, desarrollándose en unas instalaciones preindustriales que llegaron hasta el siglo XIII sin grandes variaciones: las ferrerías de monte, haizeolak o agarrolak. Situadas en zonas boscosas y cercanas al coto minero, orientadas hacia los vientos dominantes y compuestas por hornos de reducción semienterrados, era aquí donde el mineral de hierro se transformaba en materia prima forjable utilizando como únicos recursos el carbón vegetal y la fuerza humana. Las haizeolak, encendidas día y noche, tal y como recogen las leyendas de los Jentilak y Sugea, iluminaban los montes de la vertiente atlántica y poblaron también los valles de la Llanada Alavesa.

Será en la segunda mitad del siglo XIII cuando las ferrerías hidráulicas, promovidas por las élites locales, comiencen a aparecer, solapando paulatinamente a las ferrerías tradicionales. La utilización del agua como fuente de energía para mover fuelles y mazos provocó el traslado de las ferrerías junto a los ríos, y permitió modernizar y ampliar la producción de hierro.

Tochos y lingotes de hierro (en muchos casos utilizados como lastre por los navíos que transportaban la lana castellana como mercancía principal), serán los principales objetos de exportación hacia los mercados de Francia, Inglaterra, Países Bajos y, desde fines del siglo XV, América. Junto a ellos, los productos manufacturados en las ferrerías menores y fraguas, tales como clavos, útiles domésticos, herramientas, armas… surtirán a las comunidades locales y también, aunque en menor medida salvo en el caso de las armas, a la demanda nacional e internacional.

La dura competencia en precio y calidad del hierro procedente de Suecia y Rusia provocó el lento declive de las ferrerías vascas durante el siglo XVIII y, a pesar de los esfuerzos realizados por los ilustrados de la Sociedad Bascongada de Amigos del País para su modernización, desapareciendo prácticamente al final de la siguiente centuria. Se da así el paso a la revolución industrial protagonizada por el carbón mineral y los altos hornos.

 

HORARIO:

 

De Lunes a Viernes de 10:00 a 19: horas. (Martes cerrado).

Sábados de 10:00 a 13:30 horas y de 16:00 a 19:00 horas.

Domingos de 10:00 a 14:00 horas.

El Museo Vasco permanecerá cerrado en las siguientes fechas señaladas del 2019:

Enero 1 (Año Nuevo) y 6 (Epifanía)
Mayo 1 (Día del Trabajo)
Julio 31 (San Ignacio)
Agosto 15 (Día de la Virgen)
Octubre 12 (El Pilar)
Noviembre 1 (Día de Todos los Santos)
Diciembre 24 (Nochebuena), 25 (Navidad) y 31 (Nochevieja)

 

PRECIOS

 
 
General: 3€
Reducida: 1,5€ (Estudiantes y Grupos a partir de 10 personas)
Tarjeta Turística Bilbao Bizkaia Card: 1,5€
Gazte-txartela: entrada 2×1

Gratuita:
Día del Museo (todos los jueves)
Amigos del Museo
ICOM
Menores de 12 años
Pensionistas
Personas con discapacidad
Parados
Periodistas

 

 
Cómo llegar:
 
 
 
Unamuno Miguel Plaza, 4, 48006 Bilbo, Bizkaia


 
Dónde aparcar:
 
 
 
Paseo del Arenal, 1, 4800 Bilbao, Bizkaia

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